El mito: Kubrick.

III.

La idea de conformar una totalidad requeria del domino absoluto de cada una de las partes. Baxton, comenta la pasión de Kubrick por el ajedrez, exaltando la disposición de ánimo de un jugador que evidencia una ambición por controlar todas y cada una de las piezas de una partida. Tampoco usaba storyboards y podía pasarse meses en la sala de montaje, como un renascentista en su atelier construía su película a base de interminables pentimenti.

Para 2001, Kubrick deseaba simetría en la composición y una ausencia casi absoluta de sombras, (“clave alta contra blanco” en términos técnicos) al menos así intuía muy acertadamente la atmósfera de los ámbitos futuros “la calma de un mundo racional”. Dicho efecto requería de una intensidad lumínica monstruosa. Para eliminar toda sombra, el cámara Geoffrey Unsworth y su ayudante, derramaron enormes cantidades de luz sobre la escena, pero K. exigía aún más brillantez. La carga calórica de las lámparas de 5000 vatios pudieron con las estructuras de madera y plástico y uno de los ensayos concluyó con un incendio en el plató. Demoraron cuatro minutos en evacuar la máquina centrífuga. 

 

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