Preciosa Elis

Escuché "Elis & Tom" (1974) una tarde cualquiera del 2000, que ya fue hace 2000 años. No podía saber que representaba una cumbre musical; la madurez compositiva de Jobin y el talento interpretativo de Elis Regina.

La primera vuelta de disco no pudo revelarme todas sus maravillas, dejó en el aire vagos motivos, delicados pasajes que exigían una segunda vuelta. Volví a colocarlo y la música inundó los espacios del estudio. Inmóvil junto a los altavoces, fui redescubriendo matices que en un primer momento me  habían sobrevolado desde lejos, un arcoiris de notas, percibí acordes nítidos, el estruendo grave y el silencio. Todo aquello desde el corazón de una canción que se ofrecía con calidez.

Elis nació el 17 de marzo de 1945 bajo el signo de Piscis. Era una jovencita cuando conquistó al público de Porto Alegre con su desenfado de Pimentinha.

Más tarde se trasladaría a Río de Janeiro, participando en espectáculos televisivos para darse a conocer. No pasó mucho tiempo hasta que alcanzara un suceso masivo, tenía sólo 21 años. Formaba entonces dúo con  el sambista Jair Rodrigues (Dois Na Bossa) con el cual publicaron una serie de discos famosos, registraciones de sus espectáculos en vivo. Su voz se había vuelto archiconocida en Brasil.

En "Elis" (1966), su primer disco como solista, y en "Ela" (1971) interpreta canciones de grandes compositores: Milton, Caetano, Gil, Lobo y otros fascinando a un público cada vez más diverso y exigente.

Dominaba diversos géneros musicales con entusiasmo y espontaneidad, manejando sin dificultad repertorios diferentes. El resultado era siempre excelente: el colorido de su voz, la destreza plástica y la emoción inimitable de su interpretación harían su estilo incofundible.

Al finalizar la última estrofa, con un brillo húmedo en los ojos y su hermosa sonrisa, podía desarmar al más desalmado.

Como era de esperar, tras su muerte acontecida a los 36 años, se transformó en la leyenda de una voz, un mito de perfección artistica. Brasil le ha dedicado conmemoraciones públicas, muestras y museos.

El motivo de su muerte, una combinación de Cinzano y cocaína, revela los misterios de quien cargaba a cuestas la incomprensión de toda precoz artista y una dificil relación de familia. Vulnerable e insegura se entregaba al escenario obsesionada por complacer a su público. De pie ante el auditorio, labraba su arte, alimentada por su tierna e íntima llama interior, se resguardaba de toda turbulencia, renacía siempre y victoriosa poseía, ya, algo de divino .

 

   

   

   

Magister Dixit